sábado, 8 de octubre de 2011

Arenga a la Juventud

Y la juventud sublime adviene
como himno nato en advertencia luz
borboteando torrente de afán
ánimo invicto que proclama
ideales de amor
en revolución y fe.
Irrehuíble presencia histórica
en imponente majestad
que ausculta el paso de las horas
que irrenunciablemente relevando va.
Es candorosa y palpitante energía
crepitación que increpa
presta y apta concesiva siempre
arenga compacta que rotunda convoca
humanizante cambio en límpido trajín.
¡La juventud, por eso, ama y forja
la cédula multánime del alba!
Es la juventud del pueblo
portavoz genuina de generación altiva
adalid que imperturbable blande
oriflama ínclito en santificante lid
que insta instaurar justicia en amor y paz.
¡La juventud, por eso,
en innata práctica de vida
estudia trabaja y lucha!
Es audacia cauta ante la insolencia
que engrille o ata
el imprescindible
tránsito a la libertad.
La juventud por eso persevera
incesantemente como itinerario de átomo
ama, canta y combate,
siembra y ama y canta!
No, las sombras que inundan la melancolía
jamás las proyecta la juventud: Ella
irradia esperanzas de óptima alegría.
No admira ni habita las tinieblas
¡Es la luz!
No tiembla ni claudica ante el tirano
¡Es la libertad!
No le atrae el tintineo de la vida fácil
¡Es ola que anula rémoras ilusas!
Y si acaso asoma un tropiezo en su caminar
ha de encender destellante
proclama contra la dificultad
grito que enseñe, mano y puño que icen
y alcen al incauto que en su caminata
por ingenuo yerro o traición de tránsfugas
despeñó el mapa de su joven andar.
Ama tu juventud que sólo una tienes hoy
¡Prolóngala en primaveras a la patria!
¡Disfrútala en el pueblo que siempre
siembra una promesa en tí
como añorante premio
al impetuoso ahínco de vivir!
Inmortaliza tu juventud ¡Invíctala!
Ha de ser mañana tu solaz delicia
¡luz de tu pupila!
¡Canto interminable junto a la verdad!.

Por Juan Carlos Morales Parráguez
Ferreñafe-Perú

No dejen que me apague
No dejen que me apague,
prestadme todas las luces,
hay tanta sombra persiguiéndome.
Diluyan todo el fuego en mis vertientes,
porque me he propuesto levantar
la hierba que se agobia,
el agua que se estanca, la luz abolida,
el ave que desde mi sangre canta.

No dejen que me apague,
tengo la luz que a tu ventana asoma,
será la luz que a tí te limpie,
la que con su fervor, a la rosa exalte,
la que hable por las voces roncas,
por los niños llorosos, por los amigos muertos,
por los ríos secos antes del cauce.

No dejen que me apague,
esta es mi edad florida,
hay tantas visitas en mi huerto,
intrusos que quieren robarse las semillas,
pájaros que ejercitan sus memoria,
violines que subliman al rocío,
árboles tristes remedando mi semblante.

Por Javier Villegas
Cajamarca-Perú