miércoles, 4 de mayo de 2011

En el mes de Abril pasaron a la inmortalidad grandes hombres de letras

Los últimos días de abril han sido realmente crueles: en una sola semana han muerto el extraordinario narrador y ensayista peruano Carlos Eduardo Zavaleta, el gran poeta Chileno Gonzalo Rojas y Ernesto Sábato, narrador, ensayista, físico, pintor, defensor de los derechos humanos.
La crítica nos debe una interpretación de la vasta obra de Zavaleta, quien es, según mi arriesgado parecer, el cuentista mayor de nuestras letras, nutrido como estaba por la experiencia múltiple del Perú: su padre, como el padre de Gabriel García Márquez, era telegrafista, y esto condujo a la familia a una vida trashumante y cercana a los muchos mundos del país. A lo mejor su condición de profesor sanmarquino y sus ideas progresistas han impedido el reconocimiento que merece.
Gonzalo Rojas es un creador fuera de serie, y eso es decir mucho en un país que al mismo tiempo procreó a Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Rojas era hijo de minero, y su poesía parece arrancar con las manos la palabra encerrada en la roca del vivir. En su libro Contra la muerte hay más de un poema dedicado a César Vallejo. Hace pocos años declaró que Vallejo seguía siendo el mejor poeta vivo de América Latina.
En 2003, Rojas recibió el Premio Cervantes. Dos años después, el Fondo de Cultura Económica de México editó Duotto, canto a dos voces compuesto por Rojas y el pintor Chileno Roberto Matta. Con ilustraciones espléndidas, a color, y versos hasta entonces inéditos, el libro es una joya. Sólo como muestra cito un fragmento del poema “Los verdaderos poetas son de repente”:

“Los verdaderos poetas son de repente:

nacen y desnacen, dicen

misterio y son misterio, son niños

en crecimiento tenaz…”.


Al partir al viaje sin regreso, Gonzalo Rojas tenía 93 años.Ernesto Sábato, por su parte, iba a cumplir 100 años el próximo 24 de junio. Temprano inició una peripecia intelectual y social, típica de la intelectualidad latinoamericana de entonces. Después de un breve activismo anarquista, se hizo comunista. En 1933 fue elegido secretario general de la Federación Juvenil Comunista. En 1934 expresó dudas sobre el régimen instaurado por Stalin en la Rusia soviética. En vista de eso, el PC argentino lo becó por dos años en las Escuelas Leninistas de Moscú, pero él se refugió en París.En 1938 se doctoró en Física en la Universidad Nacional de La Plata. Trabajó enseguida en el Laboratorio de los esposos Curie en París. De entonces arranca su cercanía con el movimiento surrealista y su entrega a la literatura y a la reflexión filosófica.En 1983 y 1984 presidió la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, cuyo trabajo se resumió en el libro Nunca más, que sirvió de base para enjuiciar a los verdugos militares. Argentina vibró entonces con el trabajo y la palabra de Sábato.

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